POR UNA VIDA DE ORACIÓN
Por una vida de oración
Orar sin cesar
1
Tesalonicenses 5:17
Esta vida llena de preocupaciones y
ocupaciones hace que cada vez se complique más encontrar un espacio
en la agenda para dedicarlo a la oración. El ritmo de vida actual de
muchos de nosotros hace que parezca imposible tener un tiempo para
estar a solas orando con Dios. Incluso puede parecer religioso o
tradicionalista el hacerse un espacio en el día exclusivamente para orar.
Es por eso, que vengo a defender la
vida de oración, con la esperanza de que alguno sea motivado y
decida iniciarse en ella, y que aquellos que ya la practican
continúen en ella y se animen a motivar a otros compartiendo sus
testimonios. En este texto mi experiencia irá por delante, y no
porque me considere intachable y libre de errores, ni porque busque
presumir de mis logros, así estos hayan sido pocos o muchos, pero a
lo largo de mi vida he podido comprobar la eficacia de la oración,
pues en ella he encontrado muchas de las respuestas de la vida que me
son necesarias, porque Dios ha sido inmensamente fiel para responder
todas y cada una de mis oraciones.
Mi vida de oración no está llena de mis palabras ni de mis ideas,
porque sé que ellas pueden parecer un día las más positivas y
elocuentes mientras que al otro, pueden estar llenas de pesimismo y
desánimo, así que oro, poniendo en mi boca la palabra de Dios,
porque sé que el Señor es fiel para apresurarse a
ponerla por obra,1
porque su palabra hace aquello que él quiere y prospera para cumplir
su propósito.2
Mi vida de oración está basada en la plena certeza y seguridad
de que las palabras de Dios son espíritu y son vida,3
que me conviene tenerlas en mi boca porque él siempre es veraz, sin
importar si por un momento parece lo contrario, sin importar lo que
pueda ver o sentir, él siempre es veraz y todo hombre mentiroso4
y con el tiempo, en la medida que mi fe ha sido fortalecida por su
misma palabra, he podido comprobar su buena voluntad, agradable y
perfecta.5
Conforme he dedicado más tiempo a la
oración, conforme he dedicado más tiempo a tener sus palabras en mi
boca, es que he podido ver resultados reales y tangibles en mi vida,
es que he podido ver a la adversidad transformarse en bendición, es
que he podido ver como todo obra a mi favor siempre, es que he podido
ver como aquello que parecía imposible se transformó en posible.
Es por eso que sin importar las
múltiples ocupaciones que pueda tener, siempre
he encontrado los espacios para detenerme a orar, por su puesto, no
siempre son los mismos ni en los mismos tiempos, pero la experiencia me ha
demostrado lo importante y necesario que es encontrarlos, de modo que
aquello que inició como una necesidad paso a ser un completo deleite.
Desde mi perspectiva, la vida de
oración no ha consistido en dejar de hacer ni dejar de vivir para
buscar de Dios, no se ha tratado de una práctica mística ni de un
ejercicio ajeno a mi diario vivir, para mí, la vida de oración ha
consistido en poder encontrar los momentos ideales para poder
platicar con mi Señor usando su palabra en mi boca, ha sido incorporar ese hábito en mi diario vivir.
Los resultados me han llevado a buscar
más porque en la oración he encontrado dirección para mi familia,
mi trabajo y mi ministerio, he encontrado paz en medio de la
tormenta, he encontrado el inmenso amor de Dios hacia a mí, he
escuchado su voz y he visto su mano poderosa obrando en mi vida.
Espero de todo corazón que este breve
texto pueda ser de utilidad para animarte a comenzar una vida de
oración. Sé que al inicio parece complicado encontrar el tiempo y
el espacio ideal carente de ruido y distracciones, pero también
estoy segura que si lo buscas lo encontrarás, y por su puesto, sé que no te arrepentirás, porque quien lleva una
vida de oración basada en la palabra de Dios, sabe que él se apresura a ponerla por
obra. Solo es cuestión de comenzar.
Mary Carmen Olague
1 Jeremías
1:12
2 Isaías
55:11
3 Juan
6:63
4 Romanos
3:4
5 Romanos
12:2
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